El Cerebro Triádico en el Salón de Clase.
Hasta hace muy poco tiempo se mantenía la idea de la clase magistral en la cual un docente presentaba unos temas a sus estudiantes y posteriormente hacía una evaluación de los mismos, otorgando una nota “buena” a aquellos estudiantes que respondieran adecuadamente las preguntas y una nota “mala” a quienes no cumplieran con este requisito.
Estos eran típicos modelos monádicos en los cuales se consideraba el cerebro como una máquina cuya única función era la de recibir, guardar y repetir una serie de conocimientos adquiridos de la fuente constituida por el profesor.
Ahora viene el reto de salir de estas concepciones y proyectar la educación hacia la creación de nuevos paradigmas, en los cuales ya no existe una enseñanza propia del docente y un aprendizaje solo dirigido al estudiante.
Waldemar de Gregorien su libro construcción familiar-escolar de los tres cerebros, plantea una serie de elementos para poder aplicar la idea del cerebro triádico al salón de clase. Aquí se presentan algunos de estos elementos y se hace la invitación a los docentes a consultar esta obra.
El reto presentado por la visión triádica del cerebro hacia los docentes es el de diseñar actividades para diferentes momentos que varíen según el tipo de experiencia que se esté viviendo.
Momentos concordantes tanto con las necesidades de la clase como con la forma de pensar de los estudiantes (su pensamiento triádico).
Las actividades a realizar en la clase dependerán del tema y de la forma de aprender de los estudiantes.
Según lo anterior, una clase cualquiera puede tener un 50% dedicado a compartir conceptos o ideas (información), un 30% a trabajar sobre actividades concretas o proyectos (acción) y, finalmente, un 20% restante a la búsqueda de ideas innovadoras (creatividad).
Tal vez la anterior sea una clase con una marcada tendencia al uso del cerebro izquierdo (matemáticas, lenguaje). ¿Cuál será el caso de una clase relacionada con temas artísticos?
Pues debe ser bien diferente en cuanto a los momentos y su participación; esta puede tener un 50% dedicado a la búsqueda de ideas innovadoras (creatividad); un 30% a trabajar sobre actividades concretas o proyectos (acción). Y tan solo un 20% a compartir conceptos básicos del tema (información).
DE GREGORI, Waldemar, Construcción Familiar – Escolar de los tres cerebros. Kimpres. 2002; pág. 102.
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